Arde Troya
en la noche
entre
gritos y sollozos de dolor.
Armas
griegas que aniquilan almas,
que
construyen caballos de destrucción.
Nacido del
deseo humano de tu padre, Anquises,
del deseo
de tu madre, Diosa del Amor.
Tu destino
predestinado
a cumplir
promesas,
a realizar
sueños
en tierras
por descubrir.
Atrás queda
la sombra de tu amada
Creusa,
convertida en ninfa,
atrás las
ruínas de Troya,
atrás
tantos héroes, tantas mujeres,
tantos
ancianos,
tantos
niños llorando.
Aguardan
las naves, velas al viento.
Eneas, hijo
de Venus,
da la mano
a Anquises, tu hijo,
toma los
objetos del culto troyano
y busca la
tierra soñada: Hesperia.
Navegan
vagando siete largos años,
arribando a
tierras erradas
empujados
por Dioses enfurecidos
y arropados
por los brazos de las mujeres amadas.
Ya las
dulces aguas del Tíber
se mezclan
con la marina sal,
ya se rozan
los pies con las arenas,
se intuye
la tierra, se escucha la paz.
Eneas, hijo
de Anquises,
deshiela la
sangre de tus venas,
escupe la
ira
y el vigor
acallará las penas.-