miércoles, 31 de enero de 2018

FILOMELA



Inundan los cielos los trinos de un ruiseñor,
mujer condenada al silencio.
Con hilos entrecruzados tejes palabras
mientras tus manos hablan, bordando
la túnica que lleva tu voz,
tu historia,
tu denuncia,
tu plegaria.
Engañada hizo de ti su esclava,
prisionera entre piedras ajadas,
retenida,
aislada,
violada.
De tu boca, la lengua arrancada,
en tu mente, la venganza clama,
y en tu cuerpo, la misma sangre de Tracia
de su mujer desposada.

Hombre cruel donde los haya,
hijo del Dios Ares, esposo de tu hermana.
Su propio engaño delató su crimen.
Envuelta en dádiva,
la historia narrada.

Son los ojos de tu hermana
ávidos de saber,
inundados en lágrimas.
No, no quiere creer.
No quiere desgarrar sus entrañas
ni despertar su ira agazapada.
Su mirada clama venganza.
Ida.
Loca.
Enajenada,
mata al fruto de sus entrañas.
Las viandas de su alma
servidas en plato de oro
al bárbaro de su cama.
Procne ¿Qué has hecho?
Itys ¿Dónde estás?

Inundan los cielos los trinos de un ruiseñor.
Los Dioses actúan.
Perseguidos por la abubilla,
vuelan eternamente el ruiseñor y la golondrina.



1 comentario:

  1. Precioso poema, querida Carmen, muy bien hilado, como el propio lienzo de Filomela... Me ha encantado, me gustan los poemas que cuentan historias... Te ha quedado magnífico, Felicidades, amiga!!!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar